Todos/as conocemos a algún adulto que puede comer lo que quiere, no se cuida para nada y parece tener una salud “de hierro”. ¿Alguna vez te habías preguntado porqué existen este tipo de personas? En cambio, hay otras que se ven obligadas a mantener una hábitos saludables constantes para no caer rápidamente en enfermedad. Se está viendo que la genética tiene mucho que ver con esto pero hay un campo creciente de ciencias de la salud que estudia y demuestra la importancia de la epigenética – el entorno en el cual se encuentran estos genes. La epigenética hace referencia a los hábitos alimentarios, el deporte, las emociones, el entorno donde se mueve y vive, la estructura social, la carga tóxica a la que puede estar expuesta…etc. El efecto de la nutrición sobre la genética se conoce como la nutrigenómica.
Me dirás que ¡estas personas parecen tener una nutrigenómica horrible y siguen sanas! Por lo que te contestaría ¿Tienes información sobre cómo comió su mamá cuando estaba en el útero? ¿Sabes cómo se alimentaba y si se cuidaba de bebé y niño/a? Si la calidad nutrigenómica es importante a lo largo de la vida ¡imagínate el impacto que puede tener en los primeros 1000 días de vida!
La importancia de los primeros 1000 días de vida
Esta etapa en la vida humana empieza en la concepción y transcurre hasta los 2 años de vida, incluyendo toda la vida intrauterina. Hace referencia a una etapa clave para determinar la salud del adulto de crecerá. La nutrición es un factor de gran influencia sobre primeros 1000 días de un/a bebé.
La proporción de macronutrientes que recibe un/a bebé en esta etapa modulará su metabolismo. Define si usará más una vía metabólica u otra para la obtención de energía y determina en qué forma almacenará la energía sobrante de las comidas. Los aminoácidos y los ácidos grasos esenciales reciben este nombre porque, como humanos, necesitamos ingerirlos a través de la dieta para vivir. Si falta algún aminoácido en la dieta de un/a bebé, podemos ver afectado su ritmo de crecimiento general a igual de lo que pasa en el caso de los ácidos grasos esenciales en el caso del desarrollo neurológico.
La proporción de macronutrientes que recibe un/a bebé en esta etapa modulará su metabolismo. Define si usará más una vía metabólica u otra para la obtención de energía y determina en qué forma almacenará la energía sobrante de las comidas. Los aminoácidos y los ácidos grasos esenciales reciben este nombre porque, como humanos, necesitamos ingerirlos a través de la dieta para vivir. Si falta algún aminoácido en la dieta de un/a bebé, podemos ver afectado su ritmo de crecimiento general a igual de lo que pasa en el caso de los ácidos grasos esenciales en el caso del desarrollo neurológico.
Hay otros nutrientes llamados condicionalmente esenciales que indican que solo en ciertas situaciones vitales requieran de un aporte externo para un correcto funcionamiento del cuerpo. El aminoácido conocido como la taurina es un ejemplo de este último grupo y demuestra el estrés nutricional que la etapa de crecimiento le impone al cuerpo humano. En la etapa de bebés y niños/as la taurina debe aportarse desde la dieta en cantidades suficientes para apoyar el ritmo de crecimiento y desarrollo.
Algunos nutrientes actúan como moduladores de la expresión de ciertos genes, apagando o encendiendo su expresión y consecuente manifestación en el cuerpo. Otros nutrientes son cofactores imprescindibles para la función correcta de enzimas, las cuales dejarán de ejercer su acción si la dieta de nuestro/a bebé es carente en ellos.
Por otro lado, es en estos 1000 primeros días cuando se establece un equilibrio de microbiota corporal. Se trata de un compendio de microorganismos en forma de bacterias, protozoos, archaeas, parásitos, virus y levaduras sin los cuales no podríamos sobrevivir. Se sabe que la dieta que recibe este/a bebé durante esta etapa es clave para definir dicha microbiota como más o menos saludable. El haber recibido lactancia materna y una dieta repleta de fibras, oligosacáridos y polifenoles confiere una ventaja considerable en la vida del/la adulto/a que crecerá.
Importancia de la Nutrición Infantil
Como podemos imaginar, el que falte un nutriente esencial en un momento crítico de crecimiento o desarrollo, puede afectar el éxito de dicho proceso. Esto puede tener repercusiones irreversibles para la salud del adulto que crecerá. Se ha demostrado científicamente que madres embarazadas con dietas pobres en calorías y nutrientes dan luz a bebés que crecerán a tener más riesgo de síndrome metabólico (1).
En la misma línea, se ha demostrado científicamente numerosas mejoras en la salud en las poblaciones de niños/as que recibieron lactancia materna durante más de 3 meses. Por ejemplo, en un estudio español, se vio una reducción en el riesgo de obesidad y síndrome metabólico (2) . Ya se sabe que mejoras en la dieta de una mujer embarazada, un aporte duradero de lactancia materna y una nutrición óptima en los primeros años de vida previene enfermedades no contagiosas de adulto (3). Nos referimos a las enfermedades resultantes del estilo de vida como hipertensión arterial, sobrepeso y obesidad, enfermedades cardiovasculares etc.
Se sabe que una dieta que aporta una proporción correcta de macronutrientes (proteínas, carbohidratos y grasas) repleta de micronutrientes (vitaminas y minerales) durante la edad intrauterina y durante los primeros años de vida permitirán:
- Un crecimiento adecuado de longitud y peso
- Un desarrollo psicomotriz y neurológico correcto
- Un funcionamiento correcto del sistema inmune
- Una buena mineralización de los huesos
- Una microbiota variada y completa
- Una maduración correcta de todos los sistemas del cuerpo
A todo esto le tenemos que añadir que un/a peque expuesto/a a una dieta variada, equilibrada y nutritiva en los primeros 1000 días de vida, tiene una la probabilidad aumentada de convertirse en un adulto/a con hábitos alimentarios saludables. (4) En cambio, se ha visto que la falta de variedad y nutrición en la dieta infantil, o sea, una nutrición infantil no adecuada predispone a continuar con dicha dieta deficiente a lo largo de los años de vida. Estamos literalmente, programando hábitos más o menos saludables referentes a la alimentación gracias a la atención que prestamos en estos primeros bocados que ofrecemos a nuestro/a peque.
Los desafíos de la alimentación en la etapa infantil
Nutrir a nuestros/as peques no solo depende de saber calcular calorías, macronutrientes o crear menús saludables. Esto, como madre, lo descubrí rápidamente, cuando empecé con la alimentación complementaria con mi primera hija. Ofrecer comida a un/a bebé o niño/a nos puede presentar con ciertas complicaciones inherentes a la edad, entre las cuales nos podemos encontrar con:
- Una reducción en el ritmo de crecimiento
- Un rechazo a algún alimento o grupos de alimentos esenciales
- Reacciones adversas inmunológicas o digestivas ante algún alimento concreto (alergias e intolerancias, respectivamente)
- Exposición social al azúcar, alimentos altamente procesados y a grasas poco saludables
- Complicaciones de compaginación con la lactancia materna
…por solo mencionar unas cuántas.
- Una reducción en el ritmo de crecimiento
- Un rechazo a algún alimento o grupos de alimentos esenciales
- Reacciones adversas inmunológicas o digestivas ante algún alimento concreto (alergias e intolerancias, respectivamente)
- Exposición social al azúcar, alimentos altamente procesados y a grasas poco saludables
- Complicaciones de compaginación con la lactancia materna
…por solo mencionar unas cuántas.
Recomendamos que consultes con algún/a profesional especializado/a en nutrición infantil para solucionar cualquier tema de esta índole pero, a continuación, profundizaremos en estos puntos con la esperanza de ayudarte si estuvieras sufriendo alguno de estos desafíos mencionados:
Principales Nutrientes para el correcto Crecimiento y Desarrollo del Niño
Es muy habitual encontrarnos con una desaceleración del crecimiento tanto en peso como en longitud cuando empezamos con la alimentación complementaria. Nuestro/a peque llenará su pequeño estómago con alimentos que aún no está preparado/a para digerir los cuales sustituirán a la lecha que es, en este momento de su vida, su alimento principal. Su sistema digestivo, tiene una capacidad poderosa de extraer y asimilar los nutrientes de la leche (materna o fórmula), en cambio, durante las primeras semanas tras iniciar la alimentación complementaria, la comida proporciona estímulos nuevos sensoriales y un desafío digestivo más que una fuente de nutrición.
Por esta razón, es tan importante acertar con los nutrientes que ofrecemos a nuestro bebé en búsqueda de recuperar una tasa óptima de crecimiento y desarrollo lo más rápidamente posible. Habitualmente, me guío por el valor nutricional de la leche materna como proporción de macronutrientes ideal para un/a bebé desde los seis meses de vida.
Lo que más se destaca en este aspecto es el alto porcentaje de grasas que necesita el/la infante y esto se explica por el desarrollo tan acelerado del sistema nervioso en esta etapa vital. ¡No debemos olvidarnos nunca de las grasas saludables en la dieta de nuestro/a peque!
Por otro lado, será importante asegurar un aporte de aminoácidos esenciales en la forma de alimentos ricos en proteína completa. Sin estos nutrientes, no podemos asegurar el crecimiento correcto de nuestro/a bebé. Incluir alimentos como huevos ecológicos, legumbres bien cocinadas, semillas trituradas, carne de ave de calidad y lácteos fermentados de oveja o de cabra serán recomendados cuando lleguemos al Paso 2 del planning de los tres pasos (enlace al descargable).
La inclusión diaria de frutas y verduras de temporada, locales y, preferentemente, ecológicos desde el primer bocado, asegurará un aporte de vitaminas y minerales esenciales. Estos nutrientes actúan como cofactores de miles de reacciones químicas celulares, imprescindibles para tener una salud óptima. Sus fibras, además, nutrirán a la microbiota ayudando a nuestro/a peque con su sistema digestivo y inmunológico, sobretodo.
Lo que más se destaca en este aspecto es el alto porcentaje de grasas que necesita el/la infante y esto se explica por el desarrollo tan acelerado del sistema nervioso en esta etapa vital. ¡No debemos olvidarnos nunca de las grasas saludables en la dieta de nuestro/a peque!
Por otro lado, será importante asegurar un aporte de aminoácidos esenciales en la forma de alimentos ricos en proteína completa. Sin estos nutrientes, no podemos asegurar el crecimiento correcto de nuestro/a bebé. Incluir alimentos como huevos ecológicos, legumbres bien cocinadas, semillas trituradas, carne de ave de calidad y lácteos fermentados de oveja o de cabra serán recomendados cuando lleguemos al Paso 2 del planning de los tres pasos (enlace al descargable).
La inclusión diaria de frutas y verduras de temporada, locales y, preferentemente, ecológicos desde el primer bocado, asegurará un aporte de vitaminas y minerales esenciales. Estos nutrientes actúan como cofactores de miles de reacciones químicas celulares, imprescindibles para tener una salud óptima. Sus fibras, además, nutrirán a la microbiota ayudando a nuestro/a peque con su sistema digestivo y inmunológico, sobretodo.
Para más consejos en esta línea, te animo a echar un vistazo a mi curso llamado trucos y recetas para mis primeros alimentos.
Consejos para enfrentar la alimentación selectiva en niños
Es habitual, a lo largo de la vida de nuestro/a peque, encontrarnos con una fase más o menos larga en la cual el/ella rechaza algunos alimentos que antes devoraba con gozo. En algunos casos, nos encontramos con una gama muy reducida de alimentos que come sin rechistar. Como supongo que intuirás, esto no es sostenible en el tiempo ya que una dieta repetitiva es sinónimo de una dieta deficiente.
Será muy importante usar toda creatividad posible para ofrecer aquellos alimentos rehusados de una forma apetecible para nuestro/a hijo/a. Recomiendo usar aliños variados, probar cocciones diferentes, combinar con alimentos que le gustan mucho, ofrecer con distintas texturas y ¡hasta “esconder” dentro de los platos! Lo más importante es no “tirar la toalla” y rendirnos ante esta selección reducida de ingredientes y repetir día de tras día lo único que parece gustarle.
Se ha visto que niños/as comiendo, aún sin saberlo, alimentos que conscientemente rechazaría, tienen más probabilidad de volver a tomar voluntariamente dichos alimentos que niños/as que pasan años sin probarlos. Si incluyes el alimento rechazado en alguna receta que le gusta a tu bebé, las células siguen recibiendo los nutrientes y el paladar su sabor. Sigue ofreciendo dicho alimento en su plato de vez en cuándo y tarde o temprano, tu peque lo comerá otra vez voluntariamente.
Como adulto/a recomiendo que sigas comiendo y disfrutando una dieta variada en la compañía de tu hijo/a y que te observe gozando de los alimentos que suele rechazar. Nos toman como ejemplo y es muy probable que su curiosidad, le vuelve a llevar a probarlo en algún momento futuro. ¡A veces, lo que tienes en tu plato es muy más apetecible que lo que tiene en su plato! 😉
Cómo abordar alergias e intolerancias alimentarias en niños
Estamos viendo una avalancha de casos de alergias e intolerancias alimentarias en peques y no tengo claro si es por la sensibilidad aumentada a nivel sanitario y la conciencia social que hemos creado ante este tema o si estamos ante una “pandemia” de hipersensibilidad inmunológica y de sistemas digestivos “fastidiados”. Sea como sea, estos temas merecen los cuidados de un/a profesional sanitario, digestivo, nutricionista infantil o similar.
Primero, se tendría que diagnosticar si estamos ante una alergia o una intolerancia alimentaria porque el abordaje de ambos son muy diferentes entre sí.
En el caso de una alergia (y hay varios tipos de alergias pero voy a simplificar mucho), es el sistema inmunitario que se pone en marcha ante la exposición de un/os alimento/s en cuestión. La reacción puede ser inmediata y es posible que observamos síntomas no relacionadas con el sistema digestivo y alejados físicamente del punto de contacto del alimento con las células.
Primero, se tendría que diagnosticar si estamos ante una alergia o una intolerancia alimentaria porque el abordaje de ambos son muy diferentes entre sí.
En el caso de una alergia (y hay varios tipos de alergias pero voy a simplificar mucho), es el sistema inmunitario que se pone en marcha ante la exposición de un/os alimento/s en cuestión. La reacción puede ser inmediata y es posible que observamos síntomas no relacionadas con el sistema digestivo y alejados físicamente del punto de contacto del alimento con las células.
Algunos signos que tu peque está manifestando una alergia alimentaria podrían ser problemas respiratorios, eczemas en la piel o dermatitis atópica, excesiva mucosidad o mucosidad crónica o rinitis, por ejemplo.
En cambio, una intolerancia alimentaria (y, otra vez, hay varias intolerancias diferentes que podemos encontrar y cada una tiene un mecanismo ligeramente diferente que la anterior pero voy a simplificar) la solemos definir como una reacción del sistema digestivo ante la exposición de un alimento. A menudo, está involucrada la microbiota y la mucosa intestinal, también. Si una intolerancia no es tratada a tiempo, se puede acabar activando el sistema inmune. Los síntomas suelen ser digestivos y pueden tardar horas en manifestarse aunque esto no es siempre así. Algunos signos que podrían indicar que tu peque esté sufriendo de una intolerancia alimentaria podrían ser hinchazón abdominal, gases excesivos con o sin olor, estreñimiento y/o diarrea, problemas de piel diversos, insomnia, hiperactividad o déficit de atención, por ejemplo.
Como verás, son temas complejos pero muy comunes en peques. He realizado una breve explicación para ponerte en situación pero, repito, si sospechas que tu bebé o niño/a esté transitando una alergia o intolerancia alimentaria, te recomiendo dejarte asesorar por algún/a profesional.
Minimizando el consumo de azúcar y grasas poco saludables
La Industria Alimentaria se encarga de crear comestibles (casi no me atrevo a llamarlos alimentos) con una serie de características que nada tienen que ver con la salud:
- Con mucho sabor
- Con una textura bien deseada
- Que se puedan almacenar tiempos largos
- Que se puedan transportar lejos
- Con colores vistosos
A menudo están repletos de azúcares añadidos, sodio y grasas de calidad más que dudosa para poder alcanzar estas metas de placer inmediato en la boca, adicción a la experiencia alimentaria y consumo repetido. El mundo de los alimentos procesados infantiles no se libra de esto. A las madres y los padres nos encanta ver cómo nuestro peque come con gusto y estas empresas aseguran que “se lo va a acabar todo!”.
El consumo de cantidades altas de sodio, de azúcares añadidos y de grasas saludables es altamente desaconsejado en cualquier fase vital y más aún en los primeros años de vida. Es posible que estos alimentos ultraprocesados y deficientes en nutrientes esenciales estén aportando lo que llamamos calorías vacías sustituyendo espacio valioso estomacal por algo que no le ayudará ni a crecer ni a desarrollarse.
Por otro lado, existe un peligro sensorial que puede desembocar de acostumbrarle a estos comestibles altamente palatables. A tu peque le costará más luego valorar el dulzor natural de la fruta, por ejemplo, o no sabrá apreciar unas patatas al horno con hierbas y aceite de oliva si ha probado patatas chips muy salados y con potenciadores de sabor.
Para evitar el consumo de estos alimentos, lo más importante será siempre servir alimentos preparados por uno/a mismo/a en casa e intentar llevar encima snacks caseros hechos con ingredientes naturales. Cuanto menos reciba de estos alimentos ultraprocesados, menos los deseará. Su microbiota se acostumbrará a alimentos de verdad y cuando esté un tiempo sin comerlos, los añorará. La alimentación poco saludable engancha, innegablemente pero ¡los alimentos saludables también!
El papel de la lactancia materna en la nutrición del bebé
No podemos olvidar que la lactancia materna puede llegar a ser la base de la dieta de nuestro bebé hasta bien pasado el año de vida. Muchas familias se imaginan iniciando la Alimentación Complementaria junto con una reducción sustancial de la teta que, a veces, no acaba cumpliendo con sus expectativas.
Los/as bebés son lactantes por definición hasta alrededor de los dos años de vida, aproximadamente. Esta fecha la recomiendo adaptar a cada caso, ya que no soy partidaria de fijar el desarrollo de nuestros peques a fechas concretas. En muchos casos, un/a bebé lactante tomará la mayor parte de sus calorías de la leche materna aún con un año de vida mientras tenga la posibilidad de elegir entre comida y teta.
Debemos recordar en que un/a bebé sabe instintivamente qué digiere mejor y qué le hará crecer más por lo que elegirá una proporción de comida/lactancia materna óptima para su desarrollo. A veces, sus acciones no concuerdan con nuestra información mental pero ¡se trata de hacer un acto de confianza plena!
La leche materna es el alimento perfectamente diseñado para sus necesidades desde nacimiento hasta los dos años de vida o mientras mamá o bebé se sientan cómodos/as con el proceso. (5)
Se ha demostrado que la lactancia materna mejora el coeficiente intelectual y la asistencia a la escuela y se asocia con mayores ingresos en la vida adulta (6). Además, se asocia a menos obesidad y sobrepeso infantil y más salud general. ¡Sin mencionar el listado de beneficios que aporta a la madre!
Por todas estas razones, la lactancia materna se puede ofrecer a demanda durante todo el proceso de alimentación complementaria y durante el establecimiento de la nutrición infantil. Con estas prácticas, se asegurará una combinación óptima de nutrientes ya que la leche materna estará proporcionando a tu bebé con lo que podría estar faltándole a través de la comida o lo que a lo mejor aún no es capaz de digerir en los platos que le estás ofreciendo.
Por todas estas razones, la lactancia materna se puede ofrecer a demanda durante todo el proceso de alimentación complementaria y durante el establecimiento de la nutrición infantil. Con estas prácticas, se asegurará una combinación óptima de nutrientes ya que la leche materna estará proporcionando a tu bebé con lo que podría estar faltándole a través de la comida o lo que a lo mejor aún no es capaz de digerir en los platos que le estás ofreciendo.
BIBLIOGRAFÍA
- Cohort profile: the Dutch Hunger Winter families study. L H Lumey et Al. Int J Epidemiol. 2007 Dec;36(6):1196-204
- Importancia de la lactancia materna en la prevalencia de síndrome metabólico y en el grado de obesidad infantil María Guadalupe Guijarro de Armas et Al. Endocrin y Nut. 2009 Oct;56(8):400-3
- Nutrition during pregnancy, lactation, and early childhood and its implications for maternal and long-term child health: the EarlyNutrition Project recommendations Berthed Koletzko et Al. Ann Nuts Metab. 2019;74(2):93-106
- Alimentación del lactante y niño – www.who.int
- Koletzko B, Brands B, Chourdakis M, Cramer S, Grote V, Hellmuth C, et al. The Power of Programming and The Early Nutrition Project: opportunities for health promotion by nutrition during the first thousand days of life and beyond. Annals of nutrition & metabolism. 2014; 64:141– 50
- Breastfeeding in the 21st Century: Epidemiology, mechanisms, and lifelong effect. Victoria Cesar G et Al. The Lancet, Volume 387, Issue 10017, 475-504
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